martes, 31 de diciembre de 2019

Perdida en su propio control



No llega a un mes de baja y ya estoy en fase de desvarío. No sé si bendecir la monotonía o es que estoy infoxicada. Si voy a urgencias con este diagnóstico creo que no mejorará la situación así que mejor desahogarse escribiendo.
Necesitaría ser Janet (The good Place), albergar todo el conocimiento, me habría visto todo Netflix, leído todos los libros, jugado a toda la historia de videojuegos de la compañía Nintendo, cocinado todas las recetas, viajado a todos los países, escuchado todos los acordes musicales decentes, aplaudido a todas las obras de teatro, caído en el síndrome de Stendhal ante todas las exposiciones. Tener la certeza de que no voy a abarcar el mundo me supera.
Qué horror desear volver al trabajo y al mismo tiempo pensar en la jubilación a ver si así llego a desclicar algo de la lista de tareas pendientes que no deja de crecer.


Barbaridades de la vida acabar antes de decir lo que no te gusta de lo que anhelas. Frustrada por sólo haber enumerado el ocio porque si comenzamos con los deberes acabo con un artículo nihilista.
Hace no mucho leía un articulo sobre lo que yo llamaría el mal del tupper, nuestra vida se ciñe a trabajar, algo de higiene, hacer tupper y dormir. Mi organización me permite hacer algo más, pero nunca llego a la saciedad recreativa. El capitalismo llena mi bandeja de entrada, siempre hay una elección que me imposibilita realizar las otras millones de opciones.
Ya hay personas que ven series o películas a doble velocidad, se apunta a cursos para leer más rápido, la multitarea no siempre funciona.
Algún día creeremos que hemos hecho algo, tendremos la sensación pero no nos habremos ni acercado. Cada vez avanza más la realidad virtual.
El ordenador no me ha permitido continuar mis diatribas mentales, y he recibido el alta, las horas del día disponible se restringen y el cansancio calma las ganas de empacharse con el mundo. 
Leí en un articulo de Albert Espinosa una frase que le había dicho su vecino, ya el carpe diem no sirve, hay que sentir el momento. Mindfulness puro, ojo, será muy sano, pero me parece durísimo.
Y después de todas estas palabras encadenadas con sentido sólo para mí, va la recomendación después de hacer todo lo que realmente tienes que hacer para continuar respirando, dedícate a realizar lo que te genere una miga de serenidad.

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