lunes, 30 de diciembre de 2019

Roma, segunda vuelta.


Mi pareja ha tenido un curso en la capital de Italia y yo he aprovechado la oportunidad para rememorar mi primer viaje, que no estuvo exento de anécdotas ya que perdí a mi madre.
Como en la primera ocasión ya visite todos los puntos turísticos, quise contemplar otras zonas de la ciudad.El hotel tipo Bed and Breakfast estaba donde da la vuelta el aire, me llamó la atención la ausencia de aceras, y las que hay se ocupan  tranquilamente con contenedores de reciclaje o terrazas.
El primer día me acerqué hasta la isla Tiberina, 
Existe una leyenda que narra que después de la caída del rey Tarquinio el soberbio, los romanos arrojaron el cuerpo de éste en el punto del Tíber donde luego surgiría la isla, ya que sobre él se habrían ido acumulando arena que traía el río. Según otra versión de esta leyenda, los romanos habrían recogido los granos de trigo reunidos por el odiado rey, y lo habrían arrojado todo en el lugar donde después se formó la isla.
Debido a sus oscuros orígenes, la isla Tiberina era un lugar de mala fama y estaba considerada por los romanos como un lugar de malos augurios. A tal punto estaba arraigada esta creencia, que hasta que no se construyó el Templo de Esculapio, los romanos evitaban ir a la isla, y sólo los peores criminales eran condenados a pasar allí el resto de sus vidas.

Ya con un poco de cansancio en el cuerpo, compré un billete de transporte público válido por un día a 7€. Desde allí me acerque al barrio de San Lorenzo.
Lo consideran un barrio tipo Malasaña, pero para mi más me pareció una zona descuidada, aunque tiene pequeños establecimientos con su encanto. Allí comí un plato de pasta y un tiramisú por 20€.



El segundo día me fui hasta un enorme parque que alberga la villa Doria Pamphilj, punto neurálgico de los deportistas romanos.



El último día me alejé hasta el museo Cinecitta, la entrada cuesta 16,5€ y he de decir que al principio pensé que había desperdiciado el dinero, pero poco a poco fui cambiando de opinión. Además te incluye una visita guiada en italiano o inglés en los que ves las entrañas de los estudios. Llama la atención los decorados que se tardan en construir 2 meses parea 5 minutos de película.




Todos los amantes del cine deberían pasar por el museo, pero es cierto que se tarda bastante en llegar y volver al centro.
Y sólo me queda decir arrivederci Roma.

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